Por María Jose Aguayo Bassi

Jamás imaginé que me tocaría una vida de novela… y no es que no esté agradecida, por el contrario, creo que me faltarían días de vida para dar las respectivas gracias al cielo, al destino, a las oportunidades o al destino… sea por los motivos que hayan sido lo concreto es que la vida junto a mi marido no fue la que tantas veces imaginé.

Nos conocimos en Santiago y ambos somos de Viña del Mar, pero nunca nos vimos por esa ciudad. Nos casamos a los pocos meses de habernos conocido y pensamos que estaríamos toda la vida en esa ciudad, y con eso pensamos que nuestros hijos asistirían todos los años de su vida al mismo colegio, que harían amistades profundas, esas que son textualmente “de toda la vida”.

No llevábamos un año viviendo en nuestra casa, esa que se eligió por la cercanía al colegio, para que nuestros 3 amados hijos estuviesen cerca del establecimiento y de sus amigos, esos que harían en el colegio…. creo que no había colgado el último cuadro, cuando Andrew me llamó para avisarme que probablemente nos iríamos a Paraguay a vivir… aún recuerdo ese momento con exactitud, estaba en la calle Isidora Goyenechea en el barrio el golf de Santiago arriba de mi auto camino a casa. Su voz estaba algo expectante, se podía sentir… probablemente pensaría que diría yo… esto sí que era una sorpresa, de esas que jamás en la vida estuvo en tus sueños, planes o proyecto de familia.

¡Vámonos!, le contesté segura, como recordando a mi madre en esos tiempos que yo era niña y que, apoyaba a mi padre en los constantes cambios de ciudades casi siempre dentro de Chile…

¿Está segura?….

¿Limita con Uruguay?

No, y además no tiene mar, pero tiene río y dicen que la gente es muy buena onda…. Y así, pasaron solo algunos meses. No terminé de colgar lo que tenía para mi casa “nueva”, no alcanzamos a disfrutar lo suficiente de las tardes de verano o de los asados que en ese patio se harían. Las niñas tampoco alcanzaron a tirarse del refalín, de ese que se dejaba caer desde la casita de muñecas de madera que les habíamos mandado a hacer… y ya era concreto que no estarían toda la vida en el mismo colegio, es más mi hijo menor no había alcanzado ni a ir a jardín infantil en Chile, solo tenía 1año.

Mi marido tuvo que partir antes, unas semanas para luego venir a buscarme. Partimos en febrero. Mi mamá se llevó a las dos niñitas para que me saliera más fácil el proceso de cerrar la casa… Me quedé con Liam de 1 año y mi nana, y comenzó el embalaje. Una estupenda empresa especialista en mudanza comenzó con todo, y de a poco fui viendo como mi mundo se estaba reduciendo a unas cajas, y como iba quedando pelada la casa. Al segundo día, el olor a cartón era terrible y llegó un momento que no tenía donde dejar a Liam ya que toda mi red de apoyo no estaba en Santiago… mi familia es de Viña del Mar…¿Qué hago?, me pregunté … y sin dudarlo tomé el teléfono y llamé al Jardín Infantil el Manzano, ese al que habían ido mis niñitas cuando vivíamos en Las Condes en un departamento muy lindo. Hablé con la dueña, Bernardita y le expliqué todo. Y así al día siguiente mi hijo Liam quien nunca había pisado en su vida una guardería estuvo por 3 días completos desde las 8 am hasta las 18 de la tarde sin adaptación, sin nada… era lo que le tocó… ni que hubiese sabido… ni lloró… aún recuerdo haberlo dejado ahí con la panza apretada, pero sabiendo que no me quedaba otra y que estaría bien cuidado.

Vi cómo cerraron el camión con todas las cosas, recuerdo que le saqué una foto, se la mandé a Andrew que estaba en Paraguay… tomé el auto que le habían prestado ya que ya habíamos vendido los nuestros, le pasé la llave a Andrea la corredora y administradora de la casa, me subí al auto con mi nana, que fue una especie de ángel de la guarda, se llama Claudia y siempre estaré agradecida de ella…fui a buscar a Liam al jardín, lo subí en la sillita dejé a mi nana en una estación de metro y partí a Viña, dos días con mis papás y nos iríamos…

Recuerdo, la despedida el aeropuerto con más de 12 maletas, muchísimos kilos…. y tal vez tenía algo parecido en mi espalda, distribuidos en ansiedad, miedo y esperanzas… no sé cómo explicarlo con claridad, pero era una mezcla perfecta de varios estados emocionales a la vez… Asunción Paraguay me estaría dando la bienvenida a una nueva vida….

Llegamos a la capital más verde de Iberoamérica, los niños eran chicos y no entendían lo que significaba irse del país, para ellos un paseo, el avión, una aventura sin emociones más allá de una cálida sonrisa. Recuerdo que estuve todo el viaje nerviosa, me transpiraban las manos, y trataba de mantener la calma, aunque creo que mi cara podría haberme delatado.

Mi marido me compró un auto y un GPS, esos que son externos, estamos hablando del año 2014 cuando aún no teníamos Waze a un clic… y en él me puso 3 direcciones, el colegio, el hotel y la casa donde viviríamos… y así comencé.

Las dos niñitas entraron inmediatamente al colegio, Alice de 6 años y Emma de 4. Solo de ver el colegio por fuera, les gustó y se bajaron del auto animadas y con todas las ganas de hacer amigos, es que el ¿miedo?, no existe a esas alturas. Ese día me llamó mi marido al celular chileno ya que aún no tenía el paraguayo y cuando estaba con wifi conectó la llamada…

– «Te estaba tratando de ubicar hace rato… es que la Alice vomitó… ¿puedes ir al colegio?”

Me fui al colegio algo rápido por las calles empedradas de Asunción y sin tener claridad de donde estaba… más que por el GPS que colgaba en mi parabrisas… entré al colegio, corriendo… la vi…

-Mamá ya estoy mejor, no me quiero ir…

Vuelta a casa esta vez, llegó estaba mi nana ángel de la guarda que se fue conmigo por 3 meses, abracé a mi hijo Liam que era un gordo delicioso, me senté… y teléfono nuevamente….

-Me llamaron nuevamente… volvió a vomitar, anda a buscarla.

Lo mismo correr hasta llegar por calles que parecían todas iguales y que no lograba reconocer con un calor de más de 38 grados y húmedo… hablé con la enfermera y le conté que había estado más de 4 horas en la piscina el día anterior y que estaban tan felices que nunca les diera frío y que no se tuviesen que cambiar de traje de baño que… disfrutaron al 100%… ahí estaba… Enfriamiento…nada grave gracias a Dios…

Otro día les cuento un poquito más ….

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